Vivir desde la Misericordia
- Pbro. Artemio
- hace 11 minutos
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Este segundo domingo de Pascua es especial por muchas razones. La primera, por ser el portador del mensaje de la Resurrección presencial de Jesús para sus discípulos y para todos nosotros; segundo, porque es también llamado el Domingo de la Misericordia del Señor; y, finalmente, porque recordamos a nuestro último Vicario de Cristo, el Papa Francisco, quien nos habló, y también nos mostró, el rostro misericordioso de Dios para su Iglesia y para fuera de la misma, es decir, para todo aquél que quisiera acercarse a los brazos amorosos del Padre Dios.

Traemos a colación aquel texto que concentró el pensamiento de Francisco sobre la misericordia. Esa inolvidable Bula que convocó al Jubileo del año 2015, Misericordiae Vultus, que iniciaba con una extraordinaria afirmación: «Jesús es el rostro de la misericordia del Padre». Ahí expresó, sin ningún miramiento, que la misericordia de Jesús, además de ser condición indispensable para nuestra salvación, es siempre fuente de alegría, de serenidad y de paz, donde podemos identificar a Dios en su acto último y supremo que viene a nuestro encuentro (Cf. MV 1).
En el evangelio de hoy esto se deja notar. Jesús Resucitado se aparece a los discípulos y la primera expresión que brota de sus labios y de su corazón es: «La paz con ustedes» (Jn 20, 19). Es el Señor Jesús, de la misericordia, que no guarda rencor alguno, que expresa su amor a quienes están delante de Él y que, por si fuera poco, abre sus manos y su costado como signo de apertura total y de recibimiento. Lo hace mostrando sus heridas, su vulnerabilidad ofrecida. ¡Qué más! ¡Es el amor mismo resucitado y resucitador! Sumisericordia nos ha llenado de paz nuestro corazón.
El Papa Francisco agregó en su texto que la misericordia es el atributo esencial de la Santísima Trinidad. Ya que, si nos fijamos en el Padre, descubrimos que el pueblo de Israel cantaba con el salmo 136: «Eterna es su misericordia». Por lo tanto, cantaban algo que sentían en todo su ser como atributo esencial del Padre Dios. Jesús, tal como lo comenta el Papa Francisco, sin duda alguna, oró con ese salmo. Y con él reafirmó que la misericordia redunda en bien del hombre. «Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre» (MV 7).
En cuanto al Espiritu, el Papa Francisco señaló que Jesús muestra que es el Espíritu Santo quien lo unge para llevar una Buena Nueva de misericordia a todo aquél corazón necesitado. Y lo actualiza de la siguiente manera: «”El Espíritu del Señor me ha ungido”… [para] llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella» (MV 16). Es decir, que el Espíritu Santo no solo nos llena de misericordia el corazón, o nos unge como receptores, sino que también nos mueve como agentes de misericordia para otros.
De hecho, el Papa siempre animó a la Iglesia a no perder su esencia en el evangelio de la misericordia. Nos ha pedido que toda peregrinación exterior pase por el corazón. Incluso nos regaló una especie de orientación graduada para poder peregrinar desde ahí. Esta conlleva tres pasos: 1) Invocar el auxilio de Dios. «El auxilio que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos» (MV 14). 2) No juzgar y no condenar. «No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo» (MV 14). 3) Perdonar y dar. «Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios» (MV 14).
En ese año, el Papa Franciso fue muy valiente al invitar a personas específicas (y obviamente a todos) a vivir desde la misericordia y la paz. Invitó a las personas que se encuentran alejadas de Dios debido a su conducta de vida. Concretamente a quienespertenecen a grupos criminales: «Por su bien, les pido cambar de vida… no caigan en la trampa del dinero» (MV 19). También a las personas promotoras o cómplices de la corrupción. A tenor de ello, expresó que «La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres… ¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida!» (MV 19).
Finalmente, recordamos la insisitencia continua que este Papa mantuvo para la vivencia de la fe. Esta, según el Pontífice debe estar marcada por el testimonio de la misericordia, tanto la que se recibe, como la que se brinda para los demás. Incluso, nos muestra cómo a través de ella podemos curarnos todos: «La Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo» (MV 15). La misericordia implica actos y actitudes concretos. Se trata de reflejar el rostro de Jesús en nosotros que, a su vez, es el rostro de la misericordia del Padre.
Después de considerar la misericordia del Señor, ¿a qué me siento invitado? ¿Qué provoca en mí? ¿Cómo he vivido la misericordia que Jesús me da, como rostro misericordioso del Padre? ¿Cómo practico la misericordia para los demás? Medito y hablo de esto con el Señor.
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