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¿Qué hacer?

  • Pbro. Francisco Ontiveros Gutierrez
  • 13 jul
  • 2 Min. de lectura

Hoy se nos permite contemplar una escena del evangelio que comienza con una trampa que le pone a Jesús un experto en la ley. Le pregunta, qué hacer para ganar la vida eterna. Y Jesús, fiel a su estilo, no le da la respuesta; le devuelve la pregunta, que el hombre contesta de memoria porque se la sabía a la perfección. El fenómeno clásico del que pregunta, pero ya se sabe la respuesta.

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El seguimiento del Señor implica vivir la mística del reino. No se trata de saber y “recitar como pericos”, se trata de llevar a las obras lo que leemos en la Palabra de Dios. “Haz esto y vivirás”. Muchas veces nos entretenemos en una vida religiosa de datos, dogmas, recitaciones y aprendizajes, pero nos olvidamos de llevarlo a las obras, a la acción. 

Jesús no dice, aprende esto y vivirás, o aprende más y vivirás, o sigue aprendiendo y con eso es suficiente. De nada sirven los aprendizajes, sino se traducen en obras en favor de los demás. En obras de amor. ¿Qué me hace pensar la respuesta de Jesús?

El experto en la ley, que se “quedó picado”, insiste en seguir preguntando, ¿quién es mi prójimo?, Jesús, entonces, cuenta la historia de un hombre tirado en el camino, ante el que pasan dos y no se detienen, dos que precisamente sabían mucho. Dos a los que sus vastos conocimientos no les sirven para actuar con misericordia en una situación concreta. ¡Ayúdanos Señor a reconocer cuando nuestros conocimientos nos alejan de los demás, ayúdanos a vencer la tentación de pasar de largo!

Jesús propone como ejemplo a un hombre que era considerado pagano. No al sacerdote ni al levita, ni al fariseo, curiosamente no son “los ejemplares” los que sirven de ejemplo, sino todo lo contario. Un hombre que al verlo siente misericordia (Lc 10, 33), se acerca, lo toca, lo cura, lo asiste, lo lleva a un lugar limpio y conveniente. Las veces en las que he pasado de largo, ¿por qué ha sido?, ¿qué me hace pensar la actitud del samaritano? Pongo en las manos del Señor todo lo que se mueve en mí, a partir de su Palabra.

 

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