Jesús: una respuesta personal
- Pbro. Artemio
- 20 jun
- 2 Min. de lectura
Este es uno de los momentos más decisivos de la vida de Jesús. Ha llegado la hora de tomar la firme decisión de ir a Jerusalén (Lc 9, 51), con todo lo que ya sabemos: dar la vida en una cruz. Es curioso que, justo en ese momento, después de haber orado (Lc 9, 18), Jesús lanza las preguntas a sus discípulos. Quiere saber el sentir de cada uno y su parecer. Quiere que expresen si ya descubrieron quién es Él. Sabe que de esa respuesta depende todo.

De aquí podemos extraer varias cosas. Primero, que Jesús no supone nada. Es Dios, sabe lo que la divinidad le brinda; pero también es hombre y como ser humano, sabe respetar y acompañar los procesos digestivos y de asimilación de cada uno. No interpone nada, deja que cada uno exprese libremente lo que ha asumido de Él. Esto da pie a reconocer este mismo modo en cada uno de nosotros. Jesús nos acompaña en el camino y nos auxilia para que podamos expresar con libertad lo que hay de manifiesto en nuestra mente y en nuestro corazón en cualquier tema, sobre todo en aquello que atañe a nuestro crecimiento en la fe.
Segundo, Jesús pasa de la pregunta por «los otros» a la pregunta personal. Sabe que nadie puede aprobar el examen de otro. Entiende que no es bastante para nadie saber lo que los demás dicen de Él. La respuesta de la fe en Jesucristo resulta de un descubrimiento personal que pasa siempre por la experiencia; ni siquiera la lectura de todos los libros de cristología ofrecen la garantía de ser verdaderamente cristianos. Hay que leer, sí, pero también hay que orar, conectar la vida con lo que se ora. Hacerlo experiencia de vida y de fe.
El evangelio de nuestro Señor Jesucristo no consiste en recitar credos enteros de memoria, sino en conocer en experiencia a una Persona, que es el Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros. Los discípulos, con Pedro a la cabeza, manifestaron que Jesús era el Mesías, lo cual fue un alivio para Jesús escucharlo. Se dio cuenta de que no había fracasado. Ahora los discípulos tendrán que descubrir qué significa ser Mesías al estilo de Dios, desde Él, y no como ellos lo vislumbraban. Ahí continúa su camino de fe, que pasará, aunque ellos no lo quieran, por el camino de la Cruz.
Medito de nuevo el evangelio y dejo que las preguntas de Jesús lleguen a mí. ¿Qué dice la gente de Jesús hoy? ¿Cómo piensan los que están conmigo acerca de la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios? Y yo, ¿qué digo de Jesús? ¿Quién es Jesús hoy para mí? ¿Cuál es la experiencia que tengo de Él? ¿Ha cambiado de hace unos años atrás? ¿Busco actualizar mi experiencia de Él? ¿Qué le dice su mesianismo a mi vida hoy? Hablo de esto con el Señor.
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