¡Jesús Resucitado, apaciéntanos!
- Pbro. Mario Alberto Castillo Luna
- hace 10 horas
- 3 Min. de lectura
En este tercer domingo de Pascua, la liturgia nos permite meditar el Evangelio de Jn 21, 1-19, donde se sigue constatando que la acción de Jesús Resucitado sigue transformando la vida de los apóstoles, en estos versículos encontramos como protagonistas a siete de ellos. Sabemos por distintos textos que la muerte del Señor representó para los discipulos un momento de incertidumbre, temor y hasta decepción por «el final que había tenido su Maestro», perdieron el rumbo y la orientación de vida.

En medio de esta realidad, Pedro decide ir a pescar, algo lógico hasta cierto punto, porqueera su antiguo oficio, era lo que sabía hacer, a esta iniciativa se suman otros seis apóstoles. En este contexto se da la tercera aparición del Resucitado, es curioso que es una escena con similitudes a la llamada de los primeros discípulos (cf. Lc 5, 1-11).
Una característica de Jesús es el hacerse presente siempre en la vida cotidiana del hombre, una aparación que se convierte para los apóstoles en una nueva llamada a seguirlo y vencer la tentación de regresar a su vida antigua, a sus seguridades. ¡Qué delicadeza, paciencia y amor del Señor para mostrarles nuevamente su proyecto! El Resucitado reorienta su camino y les da esperanza en medio de la oscuridad e incertidumbre que vivían.
Jesús se manifiesta al amanecer, al clarear el día, bien nos puede ayudar esto para reflexionar que al igual que María Magdalena, los discípulos de Emaus y ahora susapostóles aunque pueden ver con sus ojos, no son capaces de reconocerlo y quizá la causa principal es su dolor, la tristeza que hay en su corazón y la desesperanza, que hace que su vista se nuble y sus pasos sean inciertos, también nosotros nos podemos hacer esta pregunta: ¿veo con claridad al Señor presente en este momento de mi vida?
Continuando con el relato, es en esta realidad donde resplandece con toda su fuerza la Luz de Jesús Resucitado, que se acerca y entra en diálogo con los apóstoles preguntándoles ¿han pescado algo? Ante su negativa, el Señor les dice que echen la red a la derecha y ellos en una acto de confianza obedecen, logrando una pesca superabundante. Es el discípulo amado el primero en reconocer a Jesús exclamando: «¡Es el Señor!», pero es Pedro el primero que se lanza hacia Él.
El primer gesto del Resucitado para con sus apóstoles es saciar su hambre física para después saciar su necesidad más honda, experimentar de nuevo su presencia. Jesús sigue manifestándose a través de la misericordia y el amor, lo muestra claramente con Pedro al encomendarle el pastoreo de sus ovejas, a través de la pregunta: «¿me amas?», esa respuesta final del apóstol, «tú lo sabes todo Señor, tú sabes que te quiero», deja ver que es consciente que su amor aunque limitado, es genuino por su Maestro, pues ha sentido suabrazo, misericordia y amor, que le acompañará hasta el fin de su vida. Pedro avanzó por ese camino, recordando siempre esta triple pregunta: «¿Me amas?» Conformó todas sus actividades a la respuesta que entonces había dado. En el momento cuando fue convocado ante el Sanedrín, cuando fue encarcelado en Jerusalén y cuando marchó de Jerusalén hacia Antioquía, y cuando en Roma perseveró hasta el fin de sus días, conoció la fuerza de las palabras según las cuales otro le conducirá a donde no quiera ir…(cf. Jn 21, 18), mismas que le dice Jesús al final de estos versículos. Porque el seguimiento del Señor implicanecesariamente desgastar la vida por amor.
Ejemplo de ello es el último sucesor de Pedro: el Papa Francisco de feliz memoria, que en su homilía de este Evangelio pronunciada el 22 de mayo de 2015, habla de tres miradas:
«La primera, la mirada de la elección con el entusiasmo de seguir a Jesús; la segunda, la mirada del arrepentimiento en el momento del pecado tan grave de haber negado a Jesús; la tercera mirada es la mirada de la misión: “apacienta mis corderos”, “alimenta mis ovejas”, “alimenta mis ovejas”. Pero no termina ahí, Jesús va adelante y dice a Pedro: Tú haces todo esto por amor, ¿y después? ¿Serás coronado rey? No. Jesús predice a Pedro que también él tendrá que seguirle en el camino de la cruz. Nos invita a preguntarnos: ¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión? Estamos todos bajo la mirada de Jesús. Él mira siempre con amor. Nos pide algo y nos da una misión».
Medito de nuevo el evangelio y me pregunto si hoy experimento la fuerza del Resucitado que disipa toda oscuridad, duda, temor y deseperanza en mi vida. ¿Me dejo mover por su mirada amorosa en medio de mis fragilidades y oscuridades?
Pido al Señor la gracia de seguir respondiendo a su llamado de seguirlo, con su Espíritu de amor. Me dejo transformar e iluminar por su Luz.
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