Jesús no pasa

Cuando vamos experimentando los deseos de conocer más de la fe y ganas de estar más cerca de Dios, se nos presentan oportunidades para este encuentro. Los retiros, congresos, talleres, formación, movimientos y los sacramentos son formas que la Iglesia en su riqueza nos brinda para responder a esta inquietud que Dios ha puesto en nosotros.

Cuánta bendición hay detrás de cada uno de estos medios, más de uno de nosotros puede atestiguar de su bien y de la gracia derramada tras vivir alguna de estas experiencias. Pero, te invito a reflexionar conmigo si es que detrás de esas experiencias nos hemos quedado con el sentimiento, el llanto, la paz, el latir fuerte del corazón, pero olvidamos que son medios y no fines. Jesús, hoy nos recuerda en su Evangelio que Él es la persona, es el alimento, lo es todo y nada puede ocupar ese lugar.

Podemos ser la muchedumbre que lo buscaba porque se saciaron de pan, porque sus sentidos fueron complacidos, pero no por Jesús, sino por lo que Él les dio. ¡Qué fuerte! Lo que el Padre nos da es gracia, como las experiencias de fe, nuestra familia, amigos, comunidad y hay que aprovecharla, pero antes que todo, nos dio a Jesús, se nos dio completamente.

Jesús tiene sed de que le descubramos como persona, como el alimento que da la vida, el pan bajado del Cielo y disfrutemos de sus regalos. Pero que estos regalos no le quiten del centro. Una semana después del retiro las emociones bajan, salimos de la catequesis con el corazón inflamado y al otro día los problemas siguen, pero Jesús no pasa, Él es el único capaz de saciarnos en el encuentro persona a persona, corazón a corazón. Él es la fuente inagotable, Él es la vida que nos da vida.

Esto no es algo imposible, es lo que tu alma pide todos los días. Reflexionemos juntos en un momento de oración, ¿Busco a Jesús por los signos? ¿Busco a Jesús sólo para sentir bonito? ¿Los medios me distraen de la persona de Jesús o me llevan a él? ¿Qué experimentas que el Señor te dice en este Evangelio? ¿A qué te invita?