top of page

¡Gracias Señor, porque has llenado mis manos vacías!

  • Pbro. Mario Alberto Castillo Luna
  • 20 sept
  • 4 Min. de lectura

ree

En los evangelios siempre encontramos enseñanzas de Jesús que buscan trazar un camino directo y seguro para alcanzar el fin para el que hemos sido creados. Pero es evidente que a pesar de tantas señales, ejemplos y esfuerzos en distintos momentos del Maestro por enseñar a sus discípulos lo verdaderamente esencial de la vida, por lo cual vale la pena desgastarla, no será del todo comprensible para ellos de manera inmediata y en este esfuerzo encontramos esta manera sencilla de comunicar por parte del Señor: las parábolas. Es a través de ejemplos en la vida ordinaria, que deja mensajes con una gran profundidad,que buscan despertar en el receptor el deseo de búsqueda por la verdad. Sin embargo, no en pocas ocasiones desconciertan a sus discípulos y a todos sus oyentes, a veces puedenparecer contradictorias sus enseñanzas.

 

El evangelio que propone la liturgia hoy de Lc 16, 1-13 es un ejemplo de esta manera particular de enseñar por parte de Jesús. El tema central que aborda es el dinero, terminando el versículo 13 con esta afirmación tajante: “…no podéis servir a Dios y al dinero”, a este último le da la connotación de señor con minúscula.

 

Hablar del Señor con mayúscula siempre es referirnos a Dios, quien es el verdadero dueño de todas las cosas porque es el creador, pero a través de esta parábola Jesús advierte a sus amigos que este falso señor puede usurpar el lugar del verdadero Amo, lo cual haceimposible servirlo.

 

El dinero en todos los tiempos ha sido una conquista que toda persona en algún momento quiere alcanzar, a veces con buenas intenciones otras muchas albergando en el corazón un gran deseo de poder a costa de lo que sea, es en este punto donde la vida se desvirtúa completamente, pierde sentido y horizonte, se renuncia al verdadero Señor para entregarle todas las energías y capacidades al señor llamado dinero, mismo que no es capaz de dar una felicidad auténtica y permanente. Jesús a través de su Palabra advierte que uno de los grandes peligros en la vida del ser humano: es el dinero, porque es capaz de echar raíces tan fuertes en el corazón del hombre, que terminan por perderlo, dándole una categoría de señor que no le corresponde. Es importante puntualizar que Jesús no “sataniza” el dinero, sino advierte de los alcances negativos que puede llegar a tener sino se hace con él, aquello para lo que es destinado: hacer el bien.

 

Este tema tan delicado y complejo del dinero lo explica por medio de la parábola del administrador infiel, el cual es llamado a rendir cuentas por su señor, pero resulta extraño que él mismo alaba y reconoce la habilidad y astucia de su mal administrador para asegurar de cierta manera su futuro.

 

Podemos preguntarnos ¿dónde está el peligro del dinero? Esta parábola lo ejemplifica a través del administrador que teniendo los bienes de su señor en sus manos los empieza a utilizar como propios y los malgasta sin importarle los demás, olvidando que algún día debía dar cuenta de sus acciones. Lo particular es que este mismo administrador cuando es llamado a cuentas, parece que entiende el fin de los bienes: ayudar a los demás, esta sagacidad es la que reconoce Jesús. Este mal administrador rectifica y utilizar los bienes de su amo para realizar el bien. El buen administrador es aquel que no se deja deslumbrar por las riquezas, porque sabe que no le pertenecerán para siempre, solo podrá hacer uso de ellas por un tiempo, por lo cual no empeña su vida en conquistar semejante empresa, ni le entrega su corazón, pues en la gratuidad de todo lo recibido de parte de su señor, lo comparte con otros.

 

Este evangelio quiere iluminar mi realidad, pues, el Señor dueño de todo, me ha dado cosas para administrar, es importante, no pierda de vista que solo soy eso, administrador. Por tanto, un día entregaré también cuentas. Mis manos vacías han sido colmadas por la generosidad del Señor y me invita a compartir también con los demás eso recibido y confiado por Él. Hoy Jesús nos advierte del señor llamado dinero, que es un amo cruel que puede llevar a perder la libertad interior y también nos muestra al verdadero Señor que confía en nuestras manos sus bienes para extender sus beneficios a otros, pues es generoso y da a manos llenas.

 

A la luz de esta Palabra busco un momento de silencio con el Señor para que Él me ayude a descubrir qué otros señores hay en mi corazón que impiden que le sirva con generosidad y trato de responder con sinceridad ¿quién es el señor para el que trabajo?, ¿en qué estoy desgastando mi vida?, ¿dónde está mi corazón?, ¿qué cuentas entregaría al Señor hoy?

 

Pido la luz de su gracia y termino este momento de oración agradeciendo al Señor, dueño de todo, por los bienes puestos en mis manos.

Comentarios


bottom of page