¿Discípulos o acompañantes?
- Federico Castillo S.
- hace 12 minutos
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“No puede ser discípulo mío” lo repite Jesús tres veces a aquella multitud que le seguía. Él lo tiene bastante claro; no engaña ni seduce con promesas baratas que endulzan el oído. Al contrario, pide que cada uno discierna con atención las motivaciones que le llevan a seguirlo y las consecuencias que eso implica. No hay otro camino para ser discípulo que optar por el estilo de Jesús y, siendo sinceros, no atrae a la primera. ¿Qué me hace pensar esto?, ¿me siento atraído por el estilo del Señor?

Y es que la fe no es algo para sobrevivir o arrastrar la vida. No es algo heredado que tenemos porque nos tocó o porque nacimos en una familia o pueblo determinado. La fe es para descubrirnos encontrados por el amor infinito de Dios que nos sale al encuentro en Jesús. Y yo, ¿me siento encontrado por este amor? El mismo Jesús que nos llama a ir en pos de Él, a apostarlo todo por Él y a aventurarnos a vivir la fe de una manera más arriesgada, de un modo más intenso e interesante que nos confronta a nosotros mismos porque nos hace descubrirnos, lo que somos y lo que en verdad nos mueve y nos inspira. ¿Qué me mueve?, ¿qué me inspira?
Sí… Jesús quiere que le sigamos. Incluso nos llama a hacerlo, pero no todo vale. Defínete y decídete. Jesús en primer lugar, porque solo el encuentro con Él es lo que transforma y aporta un sentido nuevo a la vida. Cargando con la cruz, abrazándola para sentir la cercanía de Dios que no abandona nunca. Viviendo desde el amor y con Jesús como el mayor de los tesoros, para que todo lo demás ocupe su verdadero lugar. Y renovando nuestro compromiso con el Señor para contagiar a todos la alegría de ser discípulos y no meros acompañantes que se pierden la belleza y novedad de lo que Dios tiene para nosotros. ¿Me considero discípulo del Señor o acompañante?
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